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TESTIMONIO
DE UNA MADRE SOBREVIVIENTE AL HUNDIMIENTO DEL REMOLCADOR "13
DE MARZO"
El 13 de Julio de 1994,
ocurrió la mundialmente conocida MASACRE DEL
REMOLCADOR 13 DE MARZO frente a las costas cubanas
por el régimen cubano. Ese día setenta y dos hombres,
mujeres y niños abordaron este pequeño barco con el único
propósito de escapar hacia los Estados Unidos. La
embarcación fue perseguida por la guardia costera castrista
durante unos 45 minutos. No fue hasta entonces que el
gobierno cubano comenzó a embestir el barco cargado de
refugiados indefensos hasta provocar su fatídico
hundimiento. El testimonio de una madre sobreviviente a la
tragedia: María Victoria García Suárez será vívidamente
expuesto a continuación. Ese día, María Victoria perdió a su
esposo, su hijo de 10 años, su hermano, tres tíos y dos
primos. Su testimonio desgarrador revela lo que le sucedió a
su hijito una vez que estaban en el agua.
TESTIMONIO
María Victoria García Suárez. 30 años de edad. Madre
sobreviviente que pierde a su hijo en el Remolcador 13 de
Marzo.
Les confieso que aunque vivamos juntos, me resulta muy
embarazoso conversar con mi hija sobre este asunto. Y no es
porque se niegue a hablar, sino que ambos experimentamos
sensaciones de dolor compartido que impiden una adecuada
fluidez en la charla.
Ella describe con mucha exactitud los momentos trágicos
vividos y logra involucrarme como un protagonista más del
suceso. Al final terminamos desgastados.
Desde el fatídico día hasta hoy, van dos veces que la
entrevisto. Y siempre repite lo mismo, como para no dejar
lugar a dudas sobre la veracidad de lo expuesto. Ahora añade
mayor riqueza a sus argumentos.
Malli, como suele llamársele en la casa, no conoce el odio
ni la violencia. Su niñez transcurre dentro de una atmósfera
de amor y comprensión. Precisamente por la falta de
ingredientes de crudeza en ella, se multiplica el impacto de
esta amarga experiencia y le abre un enorme surco de dolor
en su corazón.
Este conmovedor relato lo obtuve una tarde en una de las dos
habitaciones de mi casa. Estaban presentes también, mi hijo
Jorge Félix e Iván el sobrino.
"Con los matules al hombro cogimos la guagua. Mi grupo lo
componen: Juan Mario mi hijo, Ernesto mi esposo, Joel mi
hermano, Eddy y Estrella mis tíos, Eliecer y Omar mis
primos, María Miralis y Xicdy esposa e hija de Omar. Además,
Armando Morales Piloto amigo de Eddy, Julia Caridad y su
hijo Angel René, y Yaltamira con José Carlos; se agregó
Espiga. Dentro de la guagua ya venían Lázaro Borges (Felo)
chofer y primo de mi papá, su esposa Lisset y la hija
Giselle, y Guillermo el tío. Arrancamos sin saber a donde.
Diez o quince minutos después, paramos. Pensé en la policía
y corrí la cortina de la ventanilla a un lado para ver.
Estábamos en la rotonda de Cojimar recogiendo otro grupo.
Eran bastante. Luego de saludarnos, continuamos.
Dejé abierta la cortina para curiosear. Ibamos por todo Via
Blanca rumbo a la Habana hasta el Paso Superior. Al llegar
al semáforo de Vía Blanca y Fábrica, en vez de doblar a la
derecha para el puerto, continuamos recto y más adelante
entramos en la Benéfica.
En el parqueo se apagó el motor; como esperando por alquien
que no estaba pero me doy cuenta que hacíamos tiempo. Felo
tenía puesto Radio Reloj por el altavoz.
No demoramos tanto, partimos enseguida. Dos policías nos
saludaron a la salida. Bordeamos a patrullas hasta frente a
la fábrica de cementos. Allí, doblamos a la izquierda en el
Anillo y pronto llegamos al punto. El muelle queda un poco
más allá de la planta de Tallapiedra, en la acera de
enfrente.
Desperté al niño; estaba dormidito y nos bajamos. Alguno
dejó olvidada una mochila en el piso. La recogí y entregué
después. Felo mete la guagua en la rampa, la cierra y deja
puestas las llaves en el chucho.
Entramos en el remolcador, uno tras otro y sin hacer bulla.
Un hombre nos guía diciendo: Sujétense bien. Cuidado no
resbalen. Aléjense del motor. Por la derecha; por la
izquierda. Péguense a las paredes del casco.
El niño a mi lado no hallaba respuestas a sus inquietudes.
Quedamos en ir a un Campismo y la realidad ante sus ojitos
es otra. Por eso no se cansa de preguntar: "Mamá, a donde
vamos?
Y yo le repito: a pasear... a pasear, entonces me empina la
mirada de lado y hace shis, shis, como si friera huevos. No
está conforme, refunfuña y repite: contrá... oyemé...
Subí a la cubierta bajo protesta de mi esposo cuando me lo
pidieron.Abajo, él trató de sujetarme, pero le dije: sígueme
y no lo hizo. Conmigo habían otras madres con sus hijos,
éramos pocos allí.
Me acomodo por la parte de popa debajo del toldo que sirve
de techo y nos sujetamos del palo que tiene la campanita
arriba. El niño lo meto dentro de un corralito en la misma
base del palo. Navegamos un rato y es cuando el niño me
pregunta, mirando hacia atrás: Mamá, que es esa luz?
Entonces yo miro y compruebo que otro barco nos sigue. Si mi
hijo, es otro barco, le dije sin quitar mi vista de esa
dirección.
El niño continúa insistiendo. Sacude sus manitas y los
ojitos parecen desorbitárseles: Mamá, mamá, se acerca...!
Alguien desde alante avisa que somos perseguidos, y siento
que vamos más deprisa pero los de atrás se nos adelantan.
Comienzan a tirar chorros de agua y nos empujan duro por el
costado. Trato de cubrir con mi cuerpo el del niño. Escucho
los gritos de una mujer aterrorizada: Mi hijo..., mi
hijo...!
Parece como si un chorro de esos le arranca el niño de entre
los brazos.
Estábamos ahí mismitico donde atraca el Galeón. La gente en
el Malecón lo vieron todo. No podía mirar bien de frente,
porque las luces que alumbran encandila la vista.
Apuntan los chorros sobre mí y casi quedo desnuda. Parecían
hincados de clavos sobre las espaldas y los muslos; pero el
niño aunque estaba empapadito, no fué castigado. Me viraba
de un lado para otro y le servía de escudo. Pobrecito!,
apretado contra mi pecho me decía bajito: Ay mamita, que es
ésto... Dios mío sálvanos...! Yo le daba aliento diciéndole
que no tuviera miedo; que resistiera un poquito... que lo
malo pasaba pronto. Pero seguían y seguían los chorros y los
golpes.
Los que estaban cerca de mi huyeron de los ataques, algunos
fueron lanzados brutalmente contra los hierros y maderas.
Quedé sola con mi hijo aguantada del palo; temía moverme y
ser lanzada también. No tuve más remedio que esperar que se
cansaran o nos mataran.
Yo estaba de espaldas a la popa, y el niño me advierte:
Cuidado mamá, viene pa'arriba de nosotros! trato de
portegerme apretándome contra el niño y el palo. Aquello
parecía un tiburón que venía a tragarnos. Llegó arriba de
nosotros hasta que se monta encima y parte el barco por
atrás. poco faltó para que me exprimiera contra el palo. El
niño grita temblando y lloroso: Nos rendimos, nos
rendimos...
Otro hombre llama: Jabao.. Jabao, déjanos ya... mira que hay
mujeres y niños...
Y el asesino respondió burlón: Eso no era lo que ustedes
querían? Ahí tienen, ahora arréglenselas como puedan o
muéranse!
Nuestro barco se hundía y yo desesperada no hallaba que
hacer. Cogí al niño y lo cargué. Pobrecito, rezaba, estaba
como espantado. Se comía las uñitas y presentía lo malo.
El agua comenzó a subir, mejor dicho, nosotros a bajar. Le
dije al niño: Papi, sal del corralito y encarámate sobre mí.
Ahora abraza tus piernecitas por mi cintura y sujétate de mi
cuello con tus bracitos... apriétame fuerte y no me
sueltes... coge aire bastante y cierra tu boquita. Todo se
lo fuí diciendo en la medida que la situación se iba
agravando, y él obedece.
-Si mamá, fueron sus últimas palabras con una vocecita que
casi no se oía. Poco a poco fuímos bajando hasta que el mar
nos traga completos. No sé cuando bajé ni como subí. No se
si morí o volví a vivir. Parece que moví rápido las piernas
y salimos a flote por dos veces. El niño seguía abrazado
como dormido. Entonces lo llamo: Joanmi, Joanmi, pero no me
respondía. Había perdido todas sus fuerzas por el agua
tragada, estaba como desmadejadito.
Me mantengo a flote moviendo rápido las piernas. Miro
alrededor y me aguanto de un bulto flotante; parecía una
balsa, pero era Rosa ya muerta. Recuerdo sus gritos de
locura durante los ataques. Sigo aguantada de ella y pido
auxilio; temía demorarme y que el niño se muriera. Otras
personas a las que nada más se le veían las cabecitas,
también gritaban. Y aquellos barcos que nos hundieron, daban
vueltas formando un remolino; no podía mantenerme así por
mucho tiempo. Entonces descubro una caja flotando con un
grupo de personas encaramadas. Trato de alcanzarla con el
niño a cuestas y empujando a Rosa. Me acerco a la distancia
del brazo. Algunos me tienden los suyos para acortar el
tramo; pero al soltarme de rosa para agarrarme de la gente,
lo hago con tanta fuerza y desespero que todos me vinieron
encima. Entre éstos y los de atrás que me agarraban las
piernas para salvarse también, se desprende el niño y se me
vá. Grité desesperada: Cójanme al niño, auxilio se me
ahoga!, pero nada, todo fué inútil. Se perdió ante mis ojos,
y lo más triste, no tenía fuerzas para nadar solito, había
tragado mucha agua.
Junto a otros, permanecí sujeta al borde de la caja. Los
remolcadores retrocedían cuando alguno trataba de darle
alcance buscando socorro. Por fin unas lanchas de
Guardafronteras tiraron salvavidas amarrados a sogas.
Nota del autor:
De las personas que componen inicialmente el grupo de María
Victoria sólo se salvan: Dos primos, Armando Morales Piloto
y ella. El resto desaparece.
El gobierno cubano no hizo gestión alguna a favor de
rescatar la embarcación hundida; tampoco entregó a sus
familiares los cadáveres de las víctimas. Ni tuvo coraje
político en abrir un proceso judicial para condenar a los
culpables.
Más sobre esta masacre en la
que sus responsables aun están en libertad;
Listado de las victimas de esta
masacre.
"la
noche de los asesinos"
Por Carlos Alberto Montaner,
ABC, Julio 1994
Los responsables tanto directo como
indirectos de este crimen aun no han sido juzgados.
En aquel
entonces el mundo miro para otra parte
y aun hoy hace lo mismo.
Asesinados por
el gobierno de Cuba
en la madrugada del 13 de Julio de 1994.
TESTIMONIOS
1ra. parte
2da. parte
3ra. parte
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HIMNO NACIONAL
Fue el patriota Perucho Figueredo quien compuso, en 1867, la música
del Himno. Más tarde, en 1868, cuando las tropas independentistas
tomaron la ciudad de Bayamo, el propio Figueredo escribió la letra:
LETRA DEL HIMNO
AL COMBATE, CORRED, BAYAMESES,
QUE LA PATRIA OS CONTEMPLA ORGULLOSA;
NO TEMÁIS UNA MUERTE GLORIOSA,
QUE MORIR POR LA PATRIA ES VIVIR
EN CADENAS VIVIR, ES VIVIR
EN AFRENTA Y OPROBIO SUMIDO;
DEL CLARÍN ESCUCHAD EL SONIDO;
¡A LAS ARMAS, VALIENTES CORRED!
EN CADENAS VIVIR, ES VIVIR
EN AFRENTA Y OPROBIO SUMIDO;
DEL CLARÍN ESCUCHAD EL SONIDO;
¡A LAS ARMAS, VALIENTES
CORRED!
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