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BENNY MORÉ Bartolomé Maximiliano Moré, para sus familiares y amistades “Bartolo”, para el pueblo de Cuba y el mundo “Benny”, nació el día 24 de agosto de 1919, a las 7 a.m., en el barrio de Pueblo Nuevo del poblado de Santa Isabel de las Lajas, en la antigua provincia de Las Villas, y en la actualidad perteneciente a la provincia de Cienfuegos. Sus padres fueron Virginia Moré y Silvestre Gutiérrez, pero por razones de índole familiar, Bartolomé llevaría como primer apellido el de su madre: Moré. Fue el mayor de los 18 hijos que tuvo Virginia. Poco después de su nacimiento, la familia se mudó para el humilde barrio de la Guinea, también en Lajas, donde transcurrió la infancia de Bartolomé.
Allí
en el barrio de La Guinea, el niño Bartolo Moré recibió
una gran influencia determinante para su carrera como
músico, gracias a la existencia de una cofradía de
negros denominada “Casino de los Congos o San Antonio,
fundada en el Siglo XIX por un grupo de negros congos
libertos, traídos mucho antes de África Central y
Occidental. Estos se mezclaron en la Isla con negros de
otras regiones africanas. A esta fusión todos aportaron
música, bailes, instrumentos musicales, costumbres, y
por supuesto, sus sistemas religiosos.
Desde muy temprano tuvo que abandonar la escuela para ayudar a buscar el sustento de su madre y el resto de sus hermanos, obligados por la necesidad y el hambre. Para lograr este objetivo, él y su hermano inseparable, Teodoro, se dedican a chapear, sembrar y recolectar productos agrícolas. Cuando tenía diez o doce años salía a dar serenatas en el parque frente a la terminal de ferrocarril a las diez o las once de la noche, un grupo integrado por Manolo Mena, Loreto Madrazo, Eliseo Fernández y otros más. Según afirman muchos, tenía una facilidad desde niño para la música que era prodigiosa. Tocaba la guitarra y él mismo se acompañaba y cantaba. Convertía en instrumentos musicales cualquier lata, cajón o botella...
Después marcha a Vertientes en la provincia de Camagüey,
hasta que en 1935 logra formar parte de un grupo
musical, y por primera vez, el pueblo puede apreciar su
prodigiosa voz. No conocía de música, pero poseía las
condiciones innatas de un genio.
A
mediados de 1936 decide trasladarse a La Habana y allí
se dedica a vender frutos y viandas golpeadas, así como
yerbas medicinales, con su tío Tomás Armenteros. Luego
después de permanecer unos seis meses en la capital del
país, retorna a Santa Isabel de las Lajas y se encuentra
con su fiel seguidor, su hermano Teodoro. Ambos parten
de nuevo hacia las tierras agramontinas donde se dedican
al corte de cañas en la colonia Las Marías del central
Guayabal, cercano a la ciudad de Ciego de Ávila. De ahí
los hermanos Moré pasaron al central Vertientes, donde
trabajaron de pareja en áreas de la colonia Guano Alto.
En
1939, Bartolo y su hermano Teodoro enferman de fiebre
palúdica y en un carro de la compañía del central fueron
al hospital y allí los atendió el doctor Horacio
Rodríguez Moya, quien les recomienda ante los efectos de
la enfermedad, que cambiaran de lugar de trabajo.
Bartolo logra un trabajo de carretillero suplente en el
central y alternaba las faenas de ese trabajo agotador,
cantando en los bailes y serenatas que amenizaban con el
conjunto Avance, formado por Horacio Landa, Enrique
Benítez, Cheo Casanovas, Mayombe y otros. Bartolo era el
cantante.
Agobiado por la mala situación y lo rudo de la labor que
tiene que desempeñar en el central, el joven Bartolo
decide una vez más echar su suerte en La Habana.
En
1940 llega a la capital del país para iniciar un
peregrinaje por las calles habaneras que durará casi
cuatro largos años, deambulando de café en café y de bar
en bar. En los restaurantes le echaban para que no
molestara a la clientela. Pero él sabía que a la
clientela le gustaba su voz. También ayudaba al tío de
su mamá a vender por el día en el Mercado y por las
calles, mientras por las noches iba de bar en bar, por
las calles de La Habana.
Es
en esa época que decide presentarse en el famoso
programa radial “La Corte Suprema del Arte”, animado por
Germán Pineli y José Antonio Alonso. Después de
presentarlo y al momento de iniciar su interpretación,
le tocaron la campana.
Poco
tiempo después Bartolomé Maximiliano Moré decide volver
a “La Corte Suprema del Arte”, y en esta segunda ocasión
gano el Primer Premio. También cantaba por las calles, a
dúo con un compañero de arte nombrado Anselmo. Formó
parte del cuarteto Cordero y luego tuvo su primer
trabajo estable con el septeto Cauto, que dirigía Mozo
Borgellá. Como muchos cantantes, recorrió calles
rincones y bares, siempre acompañado por el hambre, pero
con la firme voluntad de triunfar.
La
primera vez que Bartolo Moré cantó en una emisora
capitalina fue con el sexto Fíngaro, de Lázaro Cordero,
en la emisora CMZ. Después de su debut en la emisora Mil
Diez, en la que actuó con el septeto Cauto, de Mozo
Borgellá, puede decirse que todas las cosas le fueron
bien. Su carrera artística profesional comenzó al lado
de Siro Rodríguez, Rafael Cueto y Miguel Matamoros, el
renombrado trío Matamoros y después el conjunto del
mismo nombre. En él, Bartolo se consagra para siempre.
Con
el conjunto Matamoros, realiza sus primeras grabaciones
discográficas, entre ellas: “La cazuelita”, “Las ruinas
de mi bohío”, “Me la llevé”, “¿Seré dichoso?” , “¿Qué
será eso?”, “Penicilina”, y otros. Se sabe que cuando
Benny y Los Matamoros dejaron impresas esas primeras
grabaciones discográficas, al escuchar el ídolo lajero
por primera vez su voz grabada, produjo en él una
impresión rara, tanto que se paseaba por todo el estudio
de la impresora de discos con las manos en la cabeza,
riendo y llorando como un niño.
Con
la agrupación de Matamoros y como voz prima de la misma,
marcha a Méjico en 1945. Exactamente el 21 de junio de
ese año, empiezan a trabajar en la radio y en aquel
legendario centro llamado Mi Rosa, alternando con uno de
los mejores grupos de todos los tiempos: el Son de
Veracruz. Cuando terminó el contrato, el Conjunto de
Miguel Matamoros retorna a La Habana, pero sin
Bartolomé, quien decide probar fortuna en Méjico como
solista. Es entonces cuando Rafael Cueto, de los
Matamoros le sugiere que cambie su nombre de pila por
otro artístico, ya que en ese hermano país se alude
popularmente a los borricos de grandes orejas con el
nombrete de “Bartolo”. Desde entonces, comenzó a
llamarse Benny Moré.
En
1946, Benny contrae matrimonio con Juana Bocanegra
Durán, de nacionalidad mejicana y de profesión
enfermera.
Los
primeros meses en Méjico no fueron del todo halagüeño
para el Benny. Hasta su pasaje de regreso a Cuba tuvo
que vender para subsistir.Pero el joven lajero no perdió
su optimismo.
Retornó a la escena en la tierra azteca, actuando junto
a la agrupación El Son de Veracruz, y su cantante Lalo
Montané, con quien formó el dueto Antillano. Grabó en
Méjico con la RCA Víctor, y unió su voz a Dámaso Pérez
Prado, con quien archivó más de 60 grabaciones., entre
ellas los temas: “Bonito y sabroso” , “Mucho corazón” y
“Dolor carabalí”, tema que el Benny consideró la mejor
composición grabada junto al artífice del mambo. Con
Pérez Prado, recorrió casi todos los estados mejicanos,
y el pueblo le otorgó el título de Príncipe del Mambo,
mientras Pérez Prado, recibía el de “Rey del Mambo”.
A
finales del 50, Benny regresó definitivamente a Cuba. Se
fue a Lajas, “su rincón querido”, luego a Vertientes,
después a Santiago de Cuba, donde realizó actuaciones en
la Cadena Oriental de Radio, que le llegaron a
proporcionar su primer triunfo en la Isla.
Luego, ya en la capital cubana. forma parte de la
orquesta del gran Bebo Valdés con la que el Benny
populariza un nuevo ritmo, Batanga. Durante breve
tiempo, el ídolo lajero se mantiene con esa agrupación y
con posterioridad, recibe proposiciones de actuar con la
orquesta de Ernesto Duarte, con la que popularizó más
tarde temas tan recordados como “No te vayas a engañar,
“Bombón de pollo”, “Miguel”, “Semilla de marraron”, “No
deben de llorar”, y otros.
Debido a divergencias surgidas con el director de
orquesta Ernesto Duarte, Benny Moré decide formar su
propia orquesta, la cual queda organizada con el nombre
de “Banda Gigante”, su famosa “tribu”, con la que actúa
el primero de agosto de 1953 en un baile efectuado en
Placeas, pueblo del centro de la Isla. Según consta, la
primera vez que el Benny actuó con su propia orquesta
fue en el programa “Cascabeles Candado”, de la CMQ.
A
partir de 1953, en que deja organizada su “tribu”, el
trabajo para el Benny fue tan intenso que casi no podía
satisfacer las peticiones que recibía para actuar en la
televisión, la radio, el teatro, los cabarets, y en los
innumerables bailes organizados a lo largo y ancho de la
Isla. Llovían los contratos, sobre todo para presentarse
en carnavales. Además, se sucedían las giras por el
exterior, donde siempre iba acompañado por su “tribu”.
Según pasa el tiempo, aumenta el trabajo para el Bárbaro
del Ritmo, y las giras por países latinoamericanos como
Colombia, Haití, Méjico, Panamá, y Estados Unidos, se
intensifican. Al regreso a la Patria, se incrementan las
solicitudes para verlo cantar.
Al triunfar la Revolución Cubana, en 1959, no dejó de laborar afanosamente para su pueblo.
Hacia 1962, la salud de Benny comenzó a jugarle una mala
pasada. Conciertos en el teatro Olympia, de París, y una
gira por varios países europeos tuvieron que ser
conceladas como consecuencia de males inevitables.
Escenarios de sus triunfos en el suelo cubano son:
Guantánamo, Manzanillo, Santiago de Cuba, Holguín, Las
Tunas, Morón, Vertientes, La Habana, Regla, Güira de
Melena, Marianao, Cienfuegos, Santa Isabel de Las Lajas,
lugares en los que el Benny se inspiró para componer
varias de sus inmortales melodías.
Tocó
a los vecinos del poblado de Palmira, ubicado en la
provincia de Cienfuegos, ser testigo de su última
actuación en público, la noche del 16 de febrero de
1963. Dos días después, lo ingresaron en el Instituto
Nacional de Cirugía (antigua hospital Emergencias).
El martes 19 de febrero de 1963, a las 9:15 p.m. dejaba de existir físicamente Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez.
Sus restos se encuentran en el cementerio de Santa Isabel de Las Lajas.
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Fue el patriota Perucho Figueredo quien compuso, en 1867, la música del Himno. Más tarde, en 1868, cuando las tropas independentistas tomaron la ciudad de Bayamo, el propio Figueredo escribió la letra: LETRA DEL HIMNO
AL COMBATE, CORRED, BAYAMESES, QUE LA PATRIA OS CONTEMPLA ORGULLOSA; NO TEMÁIS UNA MUERTE GLORIOSA, QUE MORIR POR LA PATRIA ES VIVIR
EN CADENAS VIVIR, ES VIVIR EN AFRENTA Y OPROBIO SUMIDO; DEL CLARÍN ESCUCHAD EL SONIDO; ¡A LAS ARMAS, VALIENTES CORRED!
EN CADENAS VIVIR, ES VIVIR EN AFRENTA Y OPROBIO SUMIDO; DEL CLARÍN ESCUCHAD EL SONIDO; ¡A LAS ARMAS, VALIENTES CORRED!
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